25/10/10

El tele-supervisor

En los call center, como en todos los trabajos, existen jerarquías en los puestos. En los centros de atención, ademas de las gerencias, esta el jefe del sector y los supervisores, también conocidos como team-leader. Según diferentes definiciones, un jefe de equipo es una persona que ofrece orientación, instrucción, dirección y liderazgo a un grupo de personas con el fin de obtener buenos resultados. En cambio, si le preguntamos a cualquier trabajador telefónico nos dirá que un supervisor es aquella persona que está constantemente encima, atenta a cualquier distracción o error del empleado, que signifique un bajo desempeño laboral.

Si comparamos esta última definición con la novela 1984 de George Orwell, podría afirmarse que los supervisores son como las telepantallas. Todo lo ven, todo lo saben. Sin dudas, este elemento de control no sólo es una herramienta para evitar las distracciones, sino que también están, en muchos casos, para no permitir las relaciones entre los operadores. Saben que el hecho de generar lazos e intercambiar opiniones, puede derivar en algún tipo de reclamo.

Así como están los "tele-supervisores", podríamos afirmar que en este paralelismo, el Partido dominado por el Gran Hermano vendría a ser el grupo económico dueño de la empresa que factura a costa de los llamados telefónicos. De la misma manera, los empleados pasarían a ser los miembros del partido, segados y adoctrinados por el pensamiento único. Y por último el vocabulario se transformaría en una especie de "neolengua" compuesta por pocas palabras, relacionadas todas a términos específicos del trabajo.

Además, cabe remarcar, que el grado de supervisión fue incrementando producto de las malas condiciones de trabajo. Es claro que estar observado todo el tiempo, tiene relación directa con la sociedad capitalista en la que vivimos, donde constantemente estamos expuestos a la mirada del otro (cámaras de seguridad en las calles, en las casas, en comercios y clubes, entre otros). Un mecanismo que funciona a la perfección. Paranoia y miedo se transforman en una herramienta infalible para seguir creando "proles", incapaces de generar cuestionamientos a la sociedad en la que viven y los gobiernos de turno.

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