30/9/10
Premios "Una de call"
27/9/10
El hombre récord
23/9/10
Nueva Sección: Premios "Una de Call"
22/9/10
La llamada de todos los días
19/9/10
Al otro lado de la línea
17/9/10
Diccionario
11/9/10
Domingo en el call center
Apenas puedo abrir los ojos. Los primeros rayos de sol ingresan por mi ventana. De a poco se va haciendo de día. Miro el despertar que indica que son las siete de la mañana. No seria tan grave, si no fuera domingo. En la calle no hay nadie, sólo el diariero madruga a la par mía. Por suerte el colectivo viene rápido, en realidad, ya conozco el horario, por eso cinco minutos antes de las ocho estoy firme en la parada. Sin embargo, no es mi día. Miro el cartel que anuncia: hasta Puente Saavedra. No me sirve, tengo que esperar el que diga Plaza Italia.
Buen día habla Ana, repito casi automáticamente apenas levanto el tubo. La persona al otro lado de la línea se comunica para solicitar una información, le digo que tome nota. No tiene para anotar. Y no hay nada que me ponga más nerviosa. Lección básica: si llamas para pedir un dato, llama con una birome. Tengo la teoría que el dedo índice me quedará como el antebrazo de un tenista. Es la parte del cuerpo que más ejercito durante el día. Atender y cortar constantemente aumentará sin dudas el tamaño de mi falange.
Los primeros días del mes son los peores. Era domingo, pero habia 15 llamadas en espera. Los minutos eran interminables y un sólo deseo pasaba por mi mente: irme. A las doce tendría mi momento de respiro, pero recien eran las once. Segui atendiendo intentando que mi intolerancia y cansancio no se hiciesen notar. Era raro pero todos los clientes me repetian: no te enojes. Evidentemente, no lo estaba logrando.
Finalmente el télefono marcó las 12. Me levanté de la silla y huí a la cocina. La media hora se pasó rápidamente, casi sin que me diera cuenta. Eran las doce y media y debia volver a mis labores. Hay una ley en el call center que siempre se cumple: el primer llamado después del break, suele ser el peor del día. El usuario no entendía lo que yo intentaba explicarle, diez minutos estuvimos dando vueltas sobre lo mismo, hasta que finalmente con un “eso es todo señor”, logré darle fin a la conversación.
Las dos de la tarde. El momento que todos los operadores esperan. La siesta se hace presente y el caudal de llamadas baja notablemente. Tres minutos sin atender a nadie, todo un record. Mi compañero se encarga de pedir el almuerzo. Por suerte ya me queda una hora. Entre porciones de pizza y seven up se hacen las tres menos dos minutos. Mientras introduzco un pedazo de faina en mi boca, un tono retumba en mi oido. Es la señal que tengo un cliente en línea.
“Buenas tardes habla Ana”. La llamada es esa que nunca hubiera querido atender. Un problema complejo al cual no logro encontrarle la solución. Le pido al usuario que me aguarde mientras verificó que puede estar pasando, pero no puedo dar con la respuesta adecuada. Los minutos siguen pasando y aquel deseo de irme, cada vez se torna más inalcanzable. El reloj marca las tres y media. Esto que parece una pesadilla es la cruel realidad. El cliente no parece tener intenciones de rendirse y continua en linea. Le digo que me aguarde. La llamada se corta. Es mi momento. Cierro las aplicaciones, me deslogueo del teléfono, saludos a mis compañeros y me retiro. Ficho en la salida y bajo por el ascensor. Por fin estoy fuera, mañana será otro día.
9/9/10
De diván 2
7/9/10
Cabeza de serie
Si la vida en un call center es insalubre, no quiero imaginar que hubiera sido de los operadores si no se hubiesen inventado los auriculares. Parece un dato menor, pero no lo es. Como se mencionó en el post anterior, el bullicio que se genera en los centros de atención, es una de las principales causas de renuncia. Sin dudas, el constante murmullo suele saturar la paciencia de muchos.
Sin embargo, hubo un hombre que no fue egoísta y pensó en los miles de operadores telefónicos que habitan el mundo. Nathaniel Baldwin, nacido en Estados Unidos en 1878, fue el creador del auricular. Este fundamentalista mormón diseñó unos aparatos, que como el mismo explicaría, le permitía escuchar sonidos emitidos desde una fuente determinada, con la peculiar característica de que la escucha era totalmente individual.
A partir de ese momento, y con el avance de la tecnologia, los auriculares fueron mutando. Aparecieron como una novedad y hoy en día son uno de los artefactos más utilizados por las sociedades. Sin ir más lejos, basta con viajar en algún transporte público, para darse cuenta de la popularidad que adquirieron. Los auriculares son desmontables y se conectan a través de un cable plug o miniplug. Se pueden enchufar a diversos aparatos entre los que se encuentran los wallkman, el celular, el diskman, o el reproductor digital de audio.
Además, se suelen dividir en tres tipos: Supraaurales, que se apoyan sobre el pabellon auditivo, los Circumaurales que rodean completamente la oreja y los Intrauriculares, que se colocan dentro del oido. Si bien es cierto que son super útiles e incluso alivian (solo un poco) el trabajo del operador, usar el auricular en un nivel de volumen muy alto puede provocar deterioro o sordera temporal.
Justamente, un estudio realizado en Madrid, reveló la gran importancia de los auriculares para el éxito de las ventas. La crisis económica generó un recorte en los precupuestos de viaje y las empresas debieron mantener las relaciones comerciales por teléfono. El estudio fue realizado por la empresa Opinion Matter/Tickbox.net y la encuesta se le realizó a miles de representantes comerciales y clientes de varios lugares de Europa. Todos mostraron una gran preferencia por el uso de los auriculares para las llamadas de ventas o con clientes y expresaron la importancia de los auriculares para facilitar el trabajo.
No caben dudas que la creación de Nathaniel Baldwin fue un gran invento. Pero es claro que si bien nació como un instrumento para no molestar a terceros, paradójicamente se transformó en la principal herramienta para poder aislarse del otro.
3/9/10
El operador
¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?. Las respuestas a dicha pregunta, son siempre las mismas: médico, bombero, policía y veterinaria. Queda claro que ningún niño soñaría con ser operador de call center. Y lo bien que hace. Como dice el dicho: operador se nace, no se hace. Son muchos los casos de jóvenes que han entrado en el mundo del call center, y que no han durado más de tres meses en el puesto laboral. Quien desafía e incursiona en el arduo trabajo del telefonista, tiene que tener en cuenta que no es para cualquiera y debe contar con ciertas características que hacen al perfil de un verdadero telemarketer.
La paciencia es la única cualidad que tiene fecha de vencimiento. Se acaba cuando la atención a usuarios se transforma en una actividad diaria. El operador emprende su tarea intentando ser lo más amable posible, pero rápidamente esa paciencia se transforma en intolerancia ante la constante insistencia del cliente. En conclusión es importante destacar que si usted desea convertirse en un gran telefonista, debe contar con un grado de tolerancia superior a la media.
El bullicio que se genera en los centros de atención es uno de los traumas que puede generar que un operador se trastorne. Además de escuchar por un oído la insoportable voz de una anciana que intenta verificar su Hot Banking (sic), el telefonista debe lidiar con el murmullo constante, resultado de veinte personas (en el mejor de los casos) conversando a la vez. Por eso, además de la paciencia mencionada anteriormente, otra de las características de un telemarketer ejemplo, es un gran par de orejas para, como decía el lobo de Caperusita, poder escuchar mejor.
Es común que una gran cantidad de operadores utilicen anteojos. Las ocho horas frente a la computadora, generan en muchas ocasiones pérdida de visión. Si uno observa a una persona por la calle y no conoce su trabajo, rápidamente puede adivinar la respuesta. La apariencia física de alguien que estuvo la gran parte del día lidiando con los problemas ajenos, es devastadora. Ojos rojos, pérdida del control del cuerpo, delgadez, sueño y aumento del tono de voz, son algunos de los síntomas característicos.
Hay tres cosas fundamentales que debe tener un operador a mano en el momento de desarrollar su trabajo. En principio es de suma importancia la presencia de un compañero para poder descargar en él, todo lo que no se puede descargar en el usuario. Tu par sabrá como calmar esa rabia que por un instante se apodera de tu cuerpo. Un frasquito de Poenbioptal para los ojos y una botellita con agua son indispensables para el buen desempeño.
El telemarketer tiene un gran poder de retención. Le basta con repetir tres veces la misma frase, para luego reiterarse una y otra vez sin importarle lo que el cliente le pregunta. Es como el médico con el paciente: un síntoma, una enfermedad. Un problema, una respuesta. El telemarketer esta de paso. Su intención no es vivir de atender el teléfono y toma el trabajo como tal. Es lógico, atiende un promedio de 150 llamados por día, si se preocupara por los problemas de todos, iría directo a tirarse debajo del San Martín rápido.
Aunque hay casos particulares, la mayoría de los operadores son jóvenes estudiantes. Engañados por una suma de dinero relativamente interesante y pocas horas de trabajo, muchos caen en la trampa. El hecho de no estar en contacto directo con la gente, permite observar que todos los telefonistas tienden a vestirse informal. Las Converse no pueden faltar en su vestuario, que completan con una mochila auspiciada por el logo de la empresa, regalo de algún fin de año.
Si bien las características pueden variar, hay una que es verdaderamente común a todos: antes de cumplir su primera semana en la empresa, los operadores ya están buscando otro empleo.
El trabajo de operador no es sencillo. Por tal motivo este blog se dedicará a reflejar el sacrificado trabajo en los call center y poner al tanto a quienes todavian no conocen la ardua tarea de lidiar con el público.